"La diferencia entre el dibujo y la pintura se percibe de inmediato: la pintura te da todos los datos, y el dibujo no; una te aproxima al motivo, gracias fundamentalmente al color, pero el otro, en su límite, te lleva hacia un territorio más psicológico. En cierta medida, nos ocurre algo parecido con el cine: cuando vemos una película en blanco y negro, tenemos una sensación de irrealidad, de sueño”, dice Antonio López
TF Editores, en una cuidadísima edición que tendrá una segunda parte, “pinturas y esculturas”, ha producido un libro de una delicada belleza. En un orden meditado por el propio pintor se suceden, plácida y morosamente, como su misma obra, unos dibujos que permiten disfrutar y conocer la carrera y proceso creativo del artista. “Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”, dice López García, autor de obras en permanente cambio; algunas de las cuales ha tardado veinte años en terminar. Y esa sensación, unida a la de estar ante un libro único se consolida al abrir las páginas que exhiben unos dibujos, no por conocidos menos sorprendentes, del pintor y escultor español más cotizado.
Desde las primeras páginas, donde con breves y emocionantes trazos el de Tomelloso desgrana sus inicios como dibujante, animado por su tío, Antonio López Torres: “en una cocinilla que daba a un gran corral, colocó contra la pared un motivo parecido a los que él mismo pintaba por entonces: una pequeña mesa de madera sin barnizar, con patas de tijera, semicubierto el tablero con un paño blanco con una estrecha tira rojiza en el borde, y encima un puchero de barro, una cebolla partida y un pan grande redondo, marcado con una cruz, al que le faltaba un trozo. Me dio una hoja de papel de bloc y me dijo que dibujara. Me senté en una silla baja muy cerca del motivo y comencé a dibujar. Con unas líneas generales lo encajé en el papel con facilidad. La sensación que sentía de que lo podía hacer me sorprendía.” (dibujo incluído en el libro), pasando por las ilustraciones de los dibujos como aprendiz en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, los estudios para diferentes pinturas y, hasta los inquietantes dibujos llenos de medidas y anotaciones para sus esculturas de cabezas gigantes o de figuras humanas, el libro embelesa y engancha."
Ficha Técnica:
“Antonio López. Dibujos”
Autores: Antonio López y Francisco Calvo Serraller
Edita: TF. Editores
Formato: 24 x 29 cm
Encuadernación: Cartoné tela con camisa
216 páginas
100 dibujos impresos en color y escala de grises.
PVP: 50 euros
Es una obra fundamental para entender y disfrutar del trabajo del artista español vivo más cotizado del mundo.
Con textos del propio Antonio López que participó en su edición y producción; lo que lo convierte en un libro de autor.
"Bocetos de un Maestro" Artículo publicado en FUERA DE SERIE-Expansión (21.01.2011)
En el frío invierno extremeño de 1936 nace Antonio López García, pintor y escultor español vivo más cotizado mundialmente. Primer hijo de una familia de honrados labradores, transcurre su infancia en Tomelloso, Ciudad Real, dando muestras tempranamente de su sensibilidad para el arte.
Es a los trece años, animado por su tío, el pintor Antonio López Torres, cuando dibuja su primer bodegón copiado del natural.
“En casa de mis abuelos, donde él vivía”, relata López García en el libro “Antonio López. Dibujos”, “en una cocinilla que daba a un gran corral, colocó contra la pared un motivo parecido a los que él mismo pintaba por entonces: una pequeña mesa de madera sin barnizar, con patas de tijera, semicubierto el tablero con un paño blanco con una estrecha tira rojiza en el borde, y encima un puchero de barro, una cebolla partida y un pan grande redondo, marcado con una cruz, al que le faltaba un trozo. Me dio una hoja de papel de bloc y me dijo que dibujara. Me senté en una silla baja muy cerca del motivo y comencé a dibujar. Con unas líneas generales lo encajé en el papel con facilidad. La sensación que sentía de que lo podía hacer me sorprendía.”
Un año después, 1949, se traslada a Madrid e ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, coincidiendo allí con diversos artistas, como Enrique Gran, Amalia Avia y Lucio Muñoz. Grupo éste que más tarde sería conocido como “Escuela Madrileña”.
Una beca concedida en 1955 le posibilita viajar a Italia y contemplar la pintura del Renacimiento lo que unido a su conocimiento de la pintura clásica española, especialmente la de Velazquez, le da una mirada global: “De golpe me había asomado a lo que es lo único importante”, reflexiona el pintor, “la capacidad para expresar una emoción que primero tienes que sentir, y que es independiente de la habilidad y corrección para copiar el mundo real”.
Figurativo, realista, mágico... son algunos de los calificativos que desde 1960, llevada su producción por la galerista Juana Mordó empieza a ser reconocido mundialmente.
En 1957 tuvo lugar su primera exposición individual en el Ateneo de Madrid y en la década de los sesenta se produjo su reconocimiento internacional a raíz de sus exposiciones en Nueva York y París. Desde entonces su obra se ha mostrado con gran éxito en Europa y Estados Unidos. Entre sus exposiciones individuales destacan las de la galería Marlborough de Nueva York y Londres (1986), su primera gran antológica en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1993), o la del Museum of Fine Arts de Boston (2008). Es miembro honorario de la American Academy of Arts and Letters de Nueva York y miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Ha recibido, entre otros, los premios Ciudad de Darmstadt, el Príncipe de Asturias, el Velázquez, así como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la Medalla de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y, en mayo de 2010, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Madrid.
Y pese a ser en la actualidad el pintor y escultor español vivo más cotizado en los mercados del arte, Antonio López confiesa “Aquella modesta habitación interior en Tomelloso ha sido siempre en el recuerdo un lugar firme y luminoso, al que vuelvo con frecuencia en el pensamiento”.
TF Editores, en una preciosista edición que tendrá una segunda parte, “pinturas y esculturas”, ha producido un libro de una delicada sensibilidad. En un orden meditado por el propio pintor se suceden, plácida y morosamente, como su misma obra, unos dibujos que permiten disfrutar y conocer la carrera y proceso creativo del artista. “Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibildades”, dice López García, autor de obras en permanente cambio; algunas de las cuales ha tardado veinte años en terminar.
Si la belleza, según la estética tomasina más tarde refrendada por Joyce, se identifica por “integridad, proporción y claridad”, no cabe duda que está en los dibujos de López. La verdad de sus dibujos se revela a la inteligencia y ésta queda asombrada sensiblemente por tanta belleza.