La liga de los libros extraordinarios: Lo mejor de Luis Bustamante

El gran salón es un museo en sí mismo: tiene una escultura de Miró, cuadros de Andy Warhol y Anselm Kiefer, mesas de India Mahdavi...

Su nombre está detrás de espectaculares residencias. Luis Bustamante se apoya en obras de arte para crear ambientes armónicos. Ahora se publica un libro con sus trabajos.

Ediciones El Viso, en una preciosista edición, deslumbra página a página con “Interiores. Luis Bustamante”, donde las fotografías de Ricardo Labougle retratan el genio y el talento de un artista personalísimo que firma sus obras demostrando un dominio del espacio, un uso de la luz extraordinario y una paleta de colores que subliman salones, cocinas, vestidores o dormitorios.

Sofá Dover de terciopelo Veroe, silla y escritorio Jacob del siglo XVIII y grabados de Richard Serra.

Suelo de mármol, paredes estucadas, dos centauros obra de Furiatti y una escultura de Miró son los elementos fundamentales de esta estancia.

“Por encima de todo, Arte”, dice el decorador consagrado, Luis Bustamante, cuando se le pregunta si el interiorismo es un negocio para él. Y es que este madrileño, licenciado en Bellas Artes, convierte en cuadros y esculturas domésticas, cada espacio que proyecta.

“Hay que ser fiel a uno mismo, actuar valientemente y apostar por lo que se cree. La generosidad en el interiorista, es vital. Tanto como el tener claro que cuando trabajas en un proyecto estás interpretando el sueño de un cliente. Eso es ‘la excelencia’, llegar a satisfacer absolutamente a quien te ha encargado una obra y que ésta perdure en el tiempo”, rubrica apasionadamente Bustamante, “mi cliente ideal es el que se involucra en el proyecto, el que me exige con respeto y confianza. Eso hace salir lo mejor de mí. Ese proceso de discurso es esencial y produce los mejores resultados”

Paredes seda Jim Thompson, escultura de Pedro Chillida y lienzo de Ricard Prince.

Las sillas están tapizadas con crin de caballo, cuadro de Christoper Wool y grabados Pinareli librería Violán (Barcelona).

Aunque sus inicios fueron la pintura y la escultura, no es hasta la década de los 90 cuando comienza su andadura como arquitecto de interiores, convirtiéndose tras años de experiencia y proyectos en ciudades como Nueva York, Miami, México, Londres, Gstaad o Madrid en uno de los decoradores más importantes de nuestro pais.

“Soy un conservador muy interesado en las tendencias, o un contemporáneo apasionado por el pasado”, explica el creador para quien conseguir una simbiosis entre el pasado y el presente es una base fundamental de sus proyectos. La serenidad y elegancia de las líneas gemelas, de los elementos simétricos así como el uso de lo que Bustamante llama ‘materiales nobles y dignos’ sobre los que puntualiza diciendo “noble no significa necesariamente caro ya que pueden ser: lozas, esteras, crines, albardones, sencillos tejidos tradicionales o pino fregado” son identitarios de este decorador y producen delicia estética, sensación de equilibrio y también una indudable comodidad.

Las esculturas clásicas predominan en toda la casa.

Escultura del perro azul de Jeff Koons y esfinges francesas de final del siglo XVIII de mármol blanco de Tienda Ática.

Escultura de John Chamberlain y messa Puff Veroe.

“Busco que mis casas, sean fáciles de vivir”, apunta el artista, “por ejemplo, en el caso del Molino de San Benito (Guadalajara) quise utilizar materiales sencillos: barro, telas toscas, motivos de pájaros, buscando lo acogedor más que lo grandioso. Respetando el espíritu del S. XVII al que corresponde la construcción pero buscando la síntesis de la sencillez en la distribución y aprovechamiento de los espacios, en la gama de colores y, desde luego, dándole una gran importancia al jardín.”

Este magnífico libro es un deleite para la vista y una obra imprescindible no sólo para profesionales, sino para todo aquel que disfrute con la belleza y el arte en toda su extensión. Con más de 300 fotografías y textos en los que se pasa revista a los proyectos más señeros del decorador en la última década se llega a comprender uno de sus lemas personales: “sin la luz no hay emoción”. Porque emoción y belleza es lo que construye Luis Bustamante.